Vivimos en un mundo donde la construcción social de género, es particularmente remarcada y realzada por el mercado, y aprovechada cabría decir puesto que las grandes tiendas y supermercados ofrecen en su stock similares productos de consumo masculino y femenino con precios inflados para ellas.
Este incremento en los precios de los productos de consumo femenino y masculino es conocido como pink tax o impuesto rosa, se aplica a casi todas las versiones femeninas de los productos de uso diario.
Una investigación que inició en el aula de clases da respuestas a varias preguntas sobre este tema. Diana Morán, docente investigadora de la Universidad de Guayaquil forma parte del equipo que elaboró el primer acercamiento al pink tax en Ecuador y ha explicado que los artículos estudiados se dividieron en cuidado personal, tecnología, juguetes, ropa de adultos y ropa de niños/as.
Dando como resultado que los productos de cuidado personal fueron los que más reflejaron estas diferencias en precios. Según la mencionada investigación, en el área de perfumes y fragancias las mujeres pueden pagar hasta un 18 % más en comparación al valor de la versión masculina. La diferencia en costos puede llegar hasta los $ 30, mientras que en el caso de los antitranspirantes llega al 12 %; y en los artículos de limpieza, el sobreprecio —o impuesto rosa— llega al 16 %.
En los juguetes para niños/as, en cambio, el pink tax no se hace evidente.
Más información ---> https://bit.ly/2LKXMFx
Tengo una pregunta , si se dice impuesto rosa por que el producto de la mujer es mas caro , por wue no existe el impuesto Azul para esos casos en el que el producto de los hombres es mas caro ?
ResponderEliminarNo puedo responder por qué los hombres no están hablando de impuesto azul si se sienten afectados por los precios que el mercado impone sobre sus productos porque no soy hombre. Pero si te puedo decir es que el impuesto rosa es un ejercicio de problematizar la carga que existe sobre la economía de las mujeres en productos que son prácticamente iguales a los de los hombres. Esto, considerando que las mujeres están doblemente precarizadas, la mayoría dedicadas al trabajo de cuidados sin ninguna remuneración y en trabajos en los que no alcanzan ni el salario básico, trabajan el doble que los hombres y ganan menos para pagar cifras incalculables por productos de uso personal y de higiene íntima.
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